Terapias Holísticas

Arquitectos de nuestra vida

¿Te has parado a reflexionar alguna vez en lo siguiente?

¿Y si fuéramos los arquitectos de nuestra propia vida?

¿Y si dejáramos de ser títeres de las circunstancias y, sin desentendernos de ellas, hiciéramos uso de nuestros propios recursos para llegar a transformarlas?

¿Y si en lugar de ser seres insignificantes, hojas al viento, fuéramos grandes en esencia y sintiéramos la chispa divina o la fuerza interior, como prefieras llamarlo, que hay en nosotros?

¿Y si dejáramos de utilizar la queja como medio de vida y nos pusiéramos a actuar para sacar adelante nuestros proyectos?

¿Y si recordáramos quiénes somos y dejáramos de olvidarnos y de anestesiarnos llenando el vacío de nuestra vida con más vacío?

¿Y si lo que buscamos fuera estuviera dentro de nosotros?

¿Y si fuéramos el artista y el cuadro a la vez, la mano que pinta y el trazo pintado?

Si fuéramos seres creadores, ¿qué crearías en tu vida? ¿Cómo sería tu vida si supieras que tienes el poder innato de cambiarla?

¿Estarías dispuesto a sentir la incertidumbre, la duda o el desánimo frente a esta labor tan llena de grandeza?

¿Qué es lo que sientes realmente en tu interior? ¿Te sientes pequeño, o sientes que la fuerza corre por tus venas?

Podemos permanecer dormidos todo el tiempo que queramos, pero si estamos dormidos en cuanto a esta fuerza interna de la que hablo, no es justo entonces que tiremos balones fueras y carguemos nuestra inacción en los demás. Estoy hablando de una acción centrípeta, hacia dentro, de un trabajo interno de desarrollo personal.

Habrás oído la frase tan famosa de Gandhi “Sé tú el cambio que quieres ver en el mundo”. En este paradigma no cabe el “me hicieron”, “me dijeron”, “me señalaron”, “me echaron”, etc.

Cuando asumimos la responsabilidad de nuestra vida, el tiempo verbal pasa a ser el presente de indicativo, y la persona de este tiempo verbal, la primera: “yo me hice”, “me dije”, “me señalé”, “me eché”, etc.

Esto comienza a doler, lo sé. Nos duele a todos, y es humano. Por otra parte, sabemos que existen fuerzas que no llegamos a comprender que también operan en nuestra vida. Lo que vengo a decir es que cuando podamos actuar en relación con algo que nos importe, actuemos; cuando podamos llegar a comprender algo relevante, lo comprendamos; y cuando podamos aprender algo que nos es necesario, lo aprendamos.

Un agricultor prepara su tierra para que sea cultivada; no se queda pensando: “¿Para qué sembrar si va a venir una tormenta?”. “Tengo muy pocas semillas para sembrar, así que ¿para qué molestarme en hacerlo si solo saldrán unas pocas?”. Tampoco dejará de sembrar por el hecho de haber obtenido una pobre cosecha el año anterior. Seguirá sembrando para la próxima temporada. Sabe vivir con la incertidumbre; tiene dudas sobre lo que pueda pasar, pero ello no le impide poner a trabajar todos sus músculos, toda su mente y todo su corazón para preparar su tierra y obtener, posiblemente, una cosecha abundante.

Como dijo Picasso, “la inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando”.

Así que una buena forma de empezar es realizar una introspección para buscar las creencias que dirigen nuestra vida. Las creencias son como semillas; son aceptaciones, nuestras o provenientes de otras personas, relativas a la realidad que vemos. A lo largo de nuestra vida, las hemos dado por ciertas y seguras. La naturaleza y el sentido de estas creencias es lo que nos abre puertas o nos las cierra. Si observamos nuestras creencias, nos pueden dar muchas pistas sobre cómo nos conducimos en nuestra vida; son, en efecto, el mapa por el que nos guiamos.

Es decir, si el agricultor tiene la creencia de que es un pésimo agricultor y, además, no hace nada por cambiar lo necesario en sí mismo, efectivamente es y será un pésimo agricultor.

Pero si el agricultor ama la vida y cree en su grandeza, encontrará la fuerza interna que le llevará a cosechar sus frutos. Él elige, decide, y esto tendrá sin duda un impacto en el universo.

Confucio dijo: “Tanto quien dice que puede como quien dice que no puede, usualmente tiene razón”.

La naturaleza de nuestras creencias puede contribuir a nuestra libertad interior; por eso es conveniente que indaguemos cuáles son, las revisemos y las transformemos a partir de comprender que somos los arquitectos de nuestra vida.


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Yolanda San Miguel

Terapeuta holística y formadora