Nacemos libres, diáfanos de experiencias. En esta ocasión nos vamos a centrar en la experiencia de esta vida, de nuestro entorno más inmediato y de todas las personas que lo conforman.
La forma de sanar, la sanación más auténtica, duradera y la que nos devuelve la libertad y la evolución es el amor, el AMOR con mayúsculas, con todo el proceso interno personal que de él se derive. Nunca es tarde para sanar las heridas.
El amor que nos sana no tiene nada que ver con la resignación. Se trata de integrar la sabiduría que hay en la toma de nuestras decisiones, las que sean, ya se trate de quedarnos o de marcharnos, pero siempre aprendiendo y descifrando el mensaje que la vida nos da, aceptándola, creciendo con ella para convertirnos, así, en seres resilientes y no en víctimas de las circunstancias.
La decisión final es entre el camino del guerrero o el camino del victimismo. El guerrero siente el dolor; la víctima sufre y transita en el sufrimiento.
Aterricemos estas bellas palabras, ya que si estás viviendo en este instante una situación que te está rompiendo el corazón, escuchar, leer una teoría carente de práctica puede incluso molestarte y alterarte aún más. Lo digo por experiencia… Recuerdo cuando en un momento de mi vida me decían repetidamente “sé positiva, sé positiva” cuando mi alma se sentía rota; en esas circunstancias, esas palabras me creaban mayor angustia y desesperación. Yo decía: “Sí, ya, es muy fácil decirlo, ¿no? Pero ¿cómo lo hago?”.
Las palabras que parten de una buena intención pero detrás de las cuales no hay una comprensión profunda, una empatía verdadera, no logran su fruto.
Ahora esto igual te va inquietar, pero me lo dije a mí misma y me lo sigo diciendo: “¿Cómo que cómo se hace? HACIÉNDOLO”.
¿Que cómo se empieza el camino? ANDANDO.
¿Que cómo se llega? DANDO EL PRIMER PASO.
Y ahora viene el “sí, ya lo sé”, el “NO PUEDO”, “no tengo energía”, “no sé hacerlo”, etc.
Aquí hemos llegado al quid de la cuestión. Y te pregunto: ¿no puedes, no estás dispuesto todavía?
Sé honesto y respóndete.
¿Estás cómodo nadando en esta situación? ¿Te hundes más en el fango a medida que tu herida cobra más peso? ¿Puede pasar que aún no tienes suficiente con este sufrimiento? ¿Has de estar sumergido más tiempo, sin aire, para “darte cuenta”?
Si sientes dolor, permite que te traspase. Llora, grita el dolor, pero no lo conviertas en sufrimiento. El hecho de “sufrirlo” es dejar que la herida permanezca abierta y no permitir que se cure y cicatrice. Sufrir se puede convertir en un tipo de muerte en vida.
Sé honesto y respóndete.
¿Quizás has pensando en vengarte? Tal vez ya lo has hecho.
Entonces viene la siguiente pregunta: ¿han pasado los suficientes años para que puedas valorar lo que has ganado y lo que has perdido por el camino de la Ira?
Como decía al principio, las heridas se sanan con Amor. Esto es válido tanto para las heridas recientes como para las antiguas. Y esta elección es para guerreros. No estoy hablando de un amor blandengue, sino de un amor que requiere coraje y valentía, no contra nadie ni contra uno mismo. Se trata, sencillamente, de que remes “a tu favor”.
Si has conseguido realizar la introspección indicada (recurso que utilizo en mi consulta) y has respondido a las preguntas anteriores, y algo en ti te dice “quiero hacerlo de otra forma”, “sé que puedo explorar otra actitud diferente que conocía pero que no sabía cómo proyectar en mi vida”, adelante, vamos a ello. Apunta e integra los pasos que vas a dar:
HERIDA RECIENTE
- Darle la vuelta: un conflicto, una crisis, es una oportunidad, nunca un problema infranqueable.
- Actitud consciente: observa la situación como si de una película externa se tratara. Pon un escenario virtual y observa los personajes, tú entre ellos. Observa y escucha lo que ves y sientes.
- Es hora de parar: te duele, sientes ira, estás molesto, apesadumbrado. Llora, grita, desahógate contigo mismo. No envíes lanzas a diestro y siniestro en el fragor de la batalla. Párate solo y siente cómo respiras. Incluso sal a correr o a caminar.
- Reflexión y sabia decisión: es momento de comunicarte, siempre con respeto hacia ti mismo y los demás. Si recibes comprensión, bien, y si no será el instante en que tu decisión será tomada desde la consciencia y la bondad del corazón. Dirás: “Esto es para supermujeres y superhombres”… Bueno, es para los seres humanos que tienen la voluntad de desarrollarse y evolucionar. No esperar nada de nadie es el signo del ser humano realmente rico.
HERIDAS ANTIGUAS
Los 4 puntos anteriores estarían presentes. Y añadimos otros puntos que requieren honestidad máxima. Explórala y sigue:
- Visualización: visualiza las personas que te hicieron daño. Pon un cojín como si estuvieran sentadas a tu lado y habla con ellas, tal y como lo harías si estuvieran presentes físicamente. Suelta todo, lo agradable y lo desagradable.
- Imaginación: imagínate que después de hablar os abrazáis, os pedís perdón. Observa cómo y qué os decís para llegar a perdonaros. En este instante vuelve a colocar la escena en una pantalla y observa.
- Corazón: vuelve ahora a tu corazón. Coloca las manos en tu pecho, cierra los ojos y percibe lo que sientes. ¿Sientes paz? ¿Sientes que has de volver a realizar este ejercicio porque quisiste decir más cosas? Hazlo de nuevo entonces. No te dejes nada por decir y tampoco te dejes nada por escuchar.
- Sanación: cuando sientes paz, un alivio especial, sientes una conexión genuina contigo y con tu entorno. Desaparece el juicio, te sientes liberado de la trama en la que estabas inmerso. Es entonces cuando asoma la sabiduría del amor hacia ti mismo y hacia los demás. Quizás es ahora el momento de recuperar la comunicación con aquella persona, pero recuerda hacerlo sin expectativas. No vayas con la intención de saber que tenías la razón, sino con la intención de restaurar el vínculo, de comprender que aunque no se esté de acuerdo, la comunicación de corazón a corazón nutre y enriquece a las personas.
- Puede ser que sientas el impulso de repetir este ejercicio. Hazlo tantas veces como te sea necesario. Profundiza en ello hasta dar con la salida de la libertad interior, la cual, recuerda, es siempre a través del corazón.